sábado, 25 de marzo de 2017

Puertas adentro de Editorial Columba: Entrevista a Ana María Lameiro



A lo largo de las décadas de los setenta y ochenta, la editorial Columba llegaría a la cumbre de la popularidad. Dirigida por Ramón y Claudio Columba, con Jorge Vasallo como jefe de Redacción y Antonio Presa como director de Arte, la editorial lograría vender millones de ejemplares. En las páginas de El Tony, Fantasía, D’artgnan, Intervalo y Nippur Magnum, dejarían su huella los mejores dibujantes y guionistas de todas las épocas.
Pero en el 2001, luego de más de setenta años de historia, la editorial cerraría sus puertas para siempre. Detrás de su escritorio en las oficinas del segundo piso, Ana María vivió el apogeo y la caída de la mayor empresa de historietas de nuestro país.


Por Walter Alarcón

¿En qué año ingresaste a editorial Columba?
Ingresé en septiembre de 1974 y me desempeñé como secretaria de Producción.

Para aquellos que no la conocieron ¿dónde estaba ubicada la editorial?
La editorial ocupaba tres pisos en Sarmiento 1889. El 2º era Recepción y Presidencia, el 3º. Contaduría y el 5º. Arte y Redacción.

En ese entonces, ¿eras lectora de historietas?
Cuando empecé no leía historietas, pero ávida lectora de libros. Por eso me daban a leer títulos que después adaptábamos, si es que me parecían buenos. No me acuerdo quien era el otro que también leía, me parece que Manuel Morini.

¿Recordas alguno de los libros que sugeriste?
Fueron tantos… casi todos los de Wilbur Smith; “Instantánea” de A. J. Quinnel; “El vestido de terciopelo” para Intervalo, generalmente yo elegía de aventuras, suspenso o ciencia ficción. Las novelas románticas nunca me gustaron, siempre me parecían lo mismo. Aún sigo siendo lectora de best sellers.

¿Qué era exactamente ser "secretaria de Producción"?
Ser secretaria de Producción era un embrollo. Coordinaba el trabajo de más de quince guionistas, para más de cincuenta dibujantes en ocho publicaciones mensuales. Armaba las fechas de salida de las revistas y sugería las de los Súper Álbum o las del Anuario.  También  la lista de historietas que salían en cada revista. Además de solucionar, o tratar de solucionar,  los problemas por falta de entrega del material. En ese caso la última palabra la tenían Vasallo o Presa. También, por supuesto, atenderlos a todos ustedes, escucharlos y contenerlos, ja, ja. ¿Qué fácil, no?






¿Cómo era un día típico en tu trabajo? 
Ningún día era típico, siempre había algún desaguisado (que antigüedad, delata mi edad) que solucionar. Teníamos dos carpetas: una de dibujantes y otra de guionistas. Después de llegar, si desayunábamos en la editorial, yo preparaba el té para Vassallo y para Claudio Columba. Algunas veces Claudio traía medialunas, pero siempre teníamos galletitas, gaseosas y también agua en la heladera. A veces mi mamá me llamaba temprano y como Claudio atendía el teléfono, mantenían largas charlas.  Ahora que lo pienso, no sé si mi mamá llamaba por mi o para hablar con él, ja, ja.
Después revisaba las carpetas, las listas de las revistas y comenzaba a llamar a los dibujantes para recodarles las fechas de entrega. También para pedir algún guión que necesitaba, o material para llenar tres páginas que me faltaban. Y, por supuesto, la llamada diaria a Robin Wood para saber si me había mandado los guiones. Hemos gastado millones en llamadas.

¿Y un día de entrega?
Un día de entrega... ¡Dios me libre y me guarde! No me acuerdo si era el segundo o el último jueves de cada mes…

Era el último.
Sí, ese día cerraba la entrega de originales para su posterior pago. Obviamente durante el mes también se entregaba dependiendo de las fechas de salida de las revistas, pero ese jueves era el último para poder cobrar a la semana siguiente.
Los guionistas entregaban semanalmente, y/o a pedido, porque Vasallo tenía que leer los textos, aprobarlos, mandarlos a arreglar o rechazarlos, por eso les convenía ir entregando.
Nosotros trabajábamos de 8:00 a 19:00, tenían todo el día para entregar, pero... a las 18:30 tenía a veinticinco monos, todos apurados tratando de entregar.
Al principio se pagaba por cuadro, o sea que tenía que contar los cuadros de la historieta y estos debían coincidir con la factura. Había cuadros dobles y simples y Ricardo Villagrán me volvía loca con la genial diagramación de sus páginas de Mark.  Ese personaje, con el cuerpo que parecía saltar de las páginas, ¿por cuantos cuadros valía? como verás era una tarea monumental.
Y aquí hago una aclaración para un señor que dijo que los guiones tenían que durar de José León Suárez a Constitución o algo así…

¿Te referís a algún usuario de redes sociales?
Sí. Los guiones tenían que tener no menos de 100 cuadros, y era así porque los dibujantes cobraban por cuadro. Por ese tipo de opiniones no seguí más el intercambio de conceptos, no valía la pena. Se veía que él está mejor informado que yo. En fin…

Acaso la frase de ese usuario provenga de una cita de Carlos Trillo: “Nunca soporté las revistas de Columba. Nunca pude leer ni una sola historieta de esa editorial. Eran historietas con mucho texto y aburridísimas. Sus editores tenían la teoría de que una revista te tiene que durar entre Once y Moreno”. Esos dichos se volvieron un lugar común, quizá por eso algunos aún los sostengan.
Seguro que sí. Trillo, Sasturain, algunos “críticos”; todos, en cada oportunidad que se les presentaba, hablaban en contra de nosotros





A propósito, ¿pudiste ver el reportaje que Sasturain le hizo a Robin Wood? ¿Qué sensación te produjo?
Fue un placer ver a Sasturain hojeando las revistas que siempre despreció. No le quedó más remedio que reconocer la obra de Robin Wood. Causaría gracia, si no fuera por todas las críticas que nos hizo a lo largo de los años.

Volviendo a los días de entrega, ¿cómo terminabas aquellos jueves?
Mi horario terminaba a las 19:00, pero por “mis niños” me he llegado a ir a las 21:00, y al otro día llegar a las 7:30 para recibir a los más rezagados. Entre ellos, un habitúe era mi querido Enio. Los  jueves me mandaba a su señora con las tintas (con la cual charlábamos largo y tendido), y el viernes él traía la máscara de color.

No sé si sabías, Enio fue primer dibujante con quien trabajé.
No me acordaba que trabajaste con él, para mí fue siempre Alarcón - Meriggi, “El dúo dinámico”, ja, ja. Sí, fue una hermosa época.

¿Cuáles eran los roles de Ramón Columba y Claudio Columba dentro de la editorial?
La presidencia la ejercía Claudio Columba. Ramón Columba se dedicada a las ediciones, era muy puntilloso con los detalles históricos, uniformes y armas.
Cada uno tenía su propia oficina. La de Ramón era toda de madera, con una biblioteca de pared a pared con un sillón verde con capitoné. En el escritorio tenia esas lámparas inglesas con la pantalla verde, todo bien ordenadito.
La de Claudio era un caos total,  papeles sobre todo el escritorio y diarios sobre el sillón. Una vez, cuando apenas había entrado a trabajar, le ordené toda la oficina, quedó hermosa. Cuando llegó Claudio casi le da un ataque, ja, ja. Me ordenó que no le tocara las cosas porque el dentro de su desorden  tenía su orden y así no encontraba nada.
Te cuento: un día García Durán me llamó para ver si se podía cambiar un arma porque no encontraba como documentarse. Consulté a Ramón y después de un ratito me dijo que citara a García Durán para la mañana siguiente. Conclusión: al otro día García Durán se llevó el bagaje de información de uniformes y de armas que usó “Aquí la legión” en toda su historia. Luego de ese día, los guiones salían con fotocopias del material que se mencionaba en el texto.

Si  Ramón Columba era quien se ocupaba de los contenidos y la edición, ¿cuáles eran las tareas de Claudio? ¿Se ocupaba de la gestión comercial?
La función de Claudio no la tengo bien definida. Sé que la idea de formar la distribuidora, “Toniter”, fue de él. También la de comprar los bosques para hacer papel.

La empresa tenía una actividad comercial que contemplaba todo el proceso de producción y distribución de las revistas, de allí proviene su sigla S.A.C.E.I.I.F.A ¿no?
Sí. Y de las siglas me acuerdo algunas: Sociedad Anónima Comercial Editorial Industrial Forestal Agrícola… creo.

¿Cómo era el carácter de cada uno de los hermanos?
Ramón Columba era lo que antes se conocía como “Bon Vivant”, todo un señor serio y muy amable. Para los cumpleaños, el día de la secretaria y fin de año nos regalaba perfume francés y flores, y él sabía cual nos iba bien a nosotras. La verdad lo extrañamos mucho cuando se fue de la
editorial y lamenté mucho su fallecimiento.

Muchos de nosotros estuvimos presentes en la ceremonia y el cortejo fúnebre en la Recoleta. Fue un día muy penoso. ¿Cómo recordás a Claudio Columba?
Claudio era todo lo contrario a Ramón.  Bien campechano, te tuteaba, sabía que familia tenías y siempre se interesaba por ellos. Cuando falleció mi mamá fue el primero que me dijo que no me preocupara por los gastos del funeral, que él me iba ayudar. Estaba con los ojos llenos de lágrimas, ya conté que él hablaba con mi vieja todos los días.

Volvamos a los buenos tiempos, estuviste en la época de mayor éxito editorial. ¿Cuál de todas las revistas tuvo más repercusión?
Las  más vendidas eran D´artagnan y Nippur Magnum, estaban cabeza a cabeza.







¿Quién decidía que personaje iba para cual revista?
 Vassallo leía los guiones y los distribuía en las distintas revistas, Presa decidía el dibujante.

Vos en particular, ¿tenías un personaje o autor preferido?
Mis personajes eran Mark y Savarese, y Robin mi guionista preferido. También me gustaron mucho los dibujos de Leopardi en la época negra de Nippur, cuando pierde el ojo.  Esos dibujos me parecieron geniales y la trama bárbara.

A mediados de los setenta Héctor Oesterheld pasó a la clandestinidad por su participación en Montoneros. Hubo un tiempo en que trabajó puertas adentro de la editorial ¿que recordas de él?
Lamentablemente lo conocí poco. Él estaba en el 5° piso y yo lo llamaba para la entrega de guiones. Creo, si no me equivoco, que en esa época hacía “Argón El Justiciero”. Siempre fue muy correcto y amable. Cuando Stella o Juan Carlos (quienes tipiaban los textos y armaban los globos) me llamaban al 5º, yo le subía un cafecito a él. Por desgracia un día no vino más y eso también convulsionó a Columba. Se hicieron todas las averiguaciones y no se logró nada de nada. No voy a entrar en detalles de esto, no me parece correcto después de todo lo que decían de la editorial. Lo único que te puedo decir es que nosotros tenemos la conciencia tranquila, tanto Ramón como Claudio se preocuparon por el asunto.

¿Qué es lo que decían de la editorial?
Tantas mentiras. Como esa serie ambientada en las oficinas de Columba, con esos tipos de traje y anteojos oscuros…

“Germán, últimas viñetas”, con Miguel Ángel Solá.
Sí, lamentable, nada que ver con la realidad. Era todo una gran mentira.

¿Cuáles fueron tus momentos más felices en la editorial?
Uno de los  momentos más felices fue algo personal. Después de siete años de casada quedé embarazada y en la editorial fue una revolución. La noticia  llegó hasta Robin Wood y, en mi honor,  hizo un capitulo de “Mi novia y yo”.  Lamentablemente con las distintas mudanzas perdí la revista, una lástima…
Me acuerdo cuando Ricardo Villagrán y Demian Parmeggiani fueron por primera vez a EEUU.  Me trajeron de regalo una moneda de un dólar con la cara de Kennedy, una hoz y el martillo. Era un ejemplar muy raro. También me mandaron una foto con las torres gemelas atrás.
Son muchos los recuerdos. Un día vino un tipo de la Marvel y Presa me dijo que ubicara a Meriggi y que trajera sus dibujos. Me lo pasé buscándolo por todos lados; hasta a los Villagrán movilicé. En esa época no existía el celular. No lo encontré, pero fijate ahora está trabajando con ellos.
Y ya que hablaste de Enio, también me acuerdo que a la única persona de la editorial que invitó a su casamiento fue a mí, así que viví todo el comienzo de esa familia maravillosa,

Si, tuve la suerte de conocer a Elsa, su esposa, y a  Ariel, su hijo, quien en aquel entonces era un bebé.
En unas vacaciones coincidimos en Mar de Plata y pasamos una semana bárbara con nuestras respectivas familias. Hasta su fallecimiento, de vez en cuando nos hablábamos, en especial para fin de año. Fue un golpe duro su partida. Un día llamé a su casa y Elsa me dijo lo que había pasado, no pude seguir hablando, me largue a llorar y no pude seguir. Disculpá este bajón.

¿Cuál fue el momento laboral más difícil?
Ver caer la editorial y no poder hacer nada para evitarlo. Un día vino Osvaldo Muller y me comentó que tendríamos que empezar a entrar en Internet. Me pareció una buena idea porque ya veía a mis hijos muy entusiasmados y ya no leían libros ni revistas.  Lo propuse a Presa y no me dio bolilla. Dijo que no estaban preparados, no que iba a funcionar y un millón de excusas más, lástima que no tuvo visión. También se lo dije a Claudio Columba y me remitió otra vez a Presa, así que ahí terminó la cuestión. Varios años después de cerrada la editorial me encontré a Claudio en un restaurant y él me vino a saludar.  Yo no lo había visto y me dijo: “La verdad Ana, tendríamos que haberla escuchado, usted tenía razón”. Pero ya era tarde, ¿no?

¿A qué razones atribuís la caída?
Un día aparecieron las hermanitas Méndez. Laura como jefa de Redacción, y Cristina leyendo los guiones, un disparate total, idea de Claudio. La verdad desde que Ramón se fue fuimos de traspié en traspié y así terminamos. Nadie le ponía límites a Claudio.

¿Sabés los motivos por los que Ramón Columba se fue?
Claudio le compró su parte de la editorial. Luego, lo que pasó entre ambos es privado y no me parece justo que se divulgue.

¿Qué opinión te merece el trabajo de Laura y Cristina Méndez?
Laura Méndez no podía dirigir la editorial, no sabía nada de nada. Menos aun Cristina.  Laura decía que quería mejorar las revistas y metió mano en las dos que más vendían, D'artagan y Nippur Magnum. Las ventas bajaron estrepitosamente.

¿Cómo llegaron a asumir esos cargos? ¿Tenían alguna experiencia en el manejo editorial?
No. Ninguna de las dos tenía experiencia, Laura era profesora de geografía, y mientras estuvo estudiando trabajaba como correctora en la Redacción. Cristina fue secretaria en la editorial y era la esposa de Claudio Columba. La verdad es que no sé como asumieron, ni idea.  
Como decía Mateo Bernáldez, el gerente  que estaba en el 3º piso, no sé si lo viste alguna vez: “Entre todos la matamos y ella sola se murió”.  Siempre me pareció un justo epitafio para la editorial.

¿Cómo se produjo tu salida de la empresa?
Un día me llamaron Laura Méndez y Presa. Me avisaron que la editorial se había vendido y me dieron a elegir si me quedaba o me iba. Me fui, como es sabido. La gente que la adquirió tampoco sabía nada de editoriales, eran dueños de una imprenta, no me acuerdo el nombre.

La imprenta era Rosso ¿recordas en que año fue?
1996, creo. Ya no me acuerdo, pero por ahí anda.

¿No hubo nadie que pudiera evitar todos esos errores de conducción?
Presa. Pero creo que ya estaba cansado de la editorial.  Él no tendría que haber dejado que se hicieran muchas cosas. Como socio tenia voz y voto.

Quizá no pertenecía a la mayoría accionaria. ¿Qué fue de “Blondatex”, la imprenta y de “Toniter”, la distribuidora?
La imprenta cerró mucho antes que la editorial ya que teníamos muchas devoluciones y no se pudo bancar más. Se pagó a todos los empleados lo que correspondía, Claudio sacó el dinero de su patrimonio. Y entonces empezamos a imprimir en la imprenta Rosso. Allí también se fue acumulando deuda, hubo un arreglo que desconozco y la imprenta se quedó con la editorial.
Toninter también pasó a la imprenta. Nos fueron a todos, o casi todos a los que estaban para jubilarse.

¿Qué pasó con Presa y Vasallo?
Vasallo se jubiló, Presa pasó a formar parte de la nueva empresa.

Pasemos a algo más grato. Hace un par de años Ramón Columba convocó en una reunión a todos los artistas y al personal de la editorial. ¿Cómo te sentiste en el reencuentro?
Fue una alegría enorme ver a todos nuevamente. Más que nada en la primera reunión, cuando Ramón aún estaba bien de salud y varios compañeros aún estaban entre nosotros.

Fue un gusto reencontrarte allí. ¿A qué te dedicas ahora?
Tengo un puesto en la feria de Devoto, hago pintura decorativa. ¿Viste? algo de ustedes se me contagió, ja, ja.

Doy fe que tus artesanías y pinturas son bellísimas. Muchas gracias por tu tiempo, Ana.
De nada, gracias por traerme todos los recuerdos.




domingo, 12 de julio de 2015

Adiós a Ramón Columba

Hoy falleció Ramón Columba. Con él se va una parte muy importante de la historieta argentina. Sus restos serán inhumados mañana a las 11:00 de la mañana en el cementerio de la Recoleta.
Mis condolencias a sus familiares, amigos y allegados.


jueves, 23 de octubre de 2014

¡Adiós Maestro!





En verdad, me cuesta escribirlo.  El  18 de octubre falleció Enrique Villagrán, uno de los verdaderos maestros del dibujo y la historieta.
No es la intención enumerar  su trayectoria. Basta con mencionar algunas de las series y los personajes que  dibujó para comprender  su talla como artista: “Brigada Madeleine”, “Argón el Justiciero”, “Los Aventureros”, “Nippur de Lagash”, “Kayan”, “Durango”, “Superman”, “Batman”, “Conan”, “Los Cuatro Fantásticos”… y mucho, mucho más.
Como dije, me cuesta escribir acerca de su partida pues fui su amigo. Tuve la fortuna de compartir con él muchos buenos  momentos. Recuerdo en especial algunas  mañanas de invierno, dibujando a solas en el estudio. Muchas de esas vivencias aún perduran en mi memoria.
Hubo también muchas  alegrías y brindis.  Enrique disfrutaba de cada uno de esos encuentros.  Junto a  sus hermanos, Carlos y Ricardo, más toda la gente del estudio; celebrar cada fin de año fue una tradición.   
Fue muy duro  verlo convalecer, y más duro aún acompañarlo en el cortejo final.
Como artista, Enrique Villagrán deja tras de sí una obra magnífica y personajes que perduraran en la memoria de los lectores.  También un legado de búsqueda y conocimiento para todos aquellos que aprendimos con él.
¡Hasta siempre Enrique!



  

martes, 12 de noviembre de 2013

García López en Animate 2013




© Animate 2013
El domingo pasado, José Luís García López finalizó su presentación en Animate 2013. En su primera  convención en Argentina, el dibujante de Superman, Batman, Atari Force, Roland y tantos otros títulos, recibió el cariño y la admiración de una legión de fans. Muchos de sus seguidores y colegas lo esperaban desde hace décadas. García López brindó tres conferencias. Allí, ante público y compañeros, repasó toda su carrera; su formación, los inicios profesionales en nuestro país, su partida en 1974  y su trayectoria en Estados Unidos.
Al término de cada conferencia firmó ejemplares y dibujó ante una multitud de admiradores de todas las edades. La fila para verlo se extendía por decenas de metros. El público atesoraba en sus manos material de todo tipo y época. Figuritas, revistas, libros, posters, gorros y remeras dibujados por él; a la espera de un autógrafo. Incluso una fan ataviada como Donna Troy extendió sus brazaletes metálicos en busca de su firma. Los más afortunados lograron llevarse un original dibujado allí mismo.
Convocado por Deux Eventos, con la dirección Pablo Muñoz y la coordinación de Rubén Meriggi la presencia de García López en nuestro país fue sin duda una de las visitas más importantes de las últimas décadas. Ojala se repita.

© Animate 2013
 
© Animate 2013







Foto: © César Vidal

Fans de todas las edades
Paula Ventimigia como Donna Troy 






Junto a Domingo Mandrafina



Regreso al mate


lunes, 28 de octubre de 2013

Entrevista a José Luis García López

El próximo 7 de noviembre José Luis García López arribará a nuestro país como invitado estelar en Animate, la convención de Comics y Animación. Es una oportunidad única para conocer un artista mayúsculo, cuya formación se inició en nuestras tierras. Hace varios años tuve la oportunidad de entrevistarlo. El reportaje fue publicado por DC Comics Argentina, en el mismo título en que García López volvía a publicar en nuestro país: "El Regreso de Donna Troy".



Entrevista a José Luis García López 


Por Walter Alarcón

José Luis García López nació en Pontevedra, España, el 26 de Marzo de 1948. Su arribo a nuestro país ocurrió en 1953, a la edad de cinco años. Su infancia transcurrió en el barrio de Almagro, más precisamente en la esquina de Pringles y Córdoba. Años más tarde se mudaría al Oeste, en Haedo. Sus comienzos profesionales se remontan a la edad de trece años. Una pequeña editorial le encargó un Western y, aunque fue publicado, nunca recibió paga alguna. Ya a los dieciocho, a través de un agente, realizó historietas románticas para la editorial Charlton. Estos trabajos fueron mostrados a la Editorial Columba y, a pesar de su calidad, no lograron abrirle las puertas de la editorial.



Curiosamente, fue un trabajo de ciencia-ficción (32 páginas a color realizadas para la revista Squiú) el que le franqueó el paso a la Editorial Columba. Allí comenzó dibujando adaptaciones de autores clásicos de la literatura, tales como Cervantes y Lope de Vega. Luego, junto al guionista Héctor Oesterheld, concretó su historieta más popular en Argentina: “Roland El Corsario” que se publicaría en la revista Fantasía. A fines de 1974, García López viajó a Estados Unidos en búsqueda de realizar lo que más admiraba: las tiras sindicadas. Además de su talento, arribó a New York con tan solo una agenda con par de teléfonos, y una carta de recomendación de Antonio Presa, el Director de Arte de Columba. Alquiló un departamento cercano a Times Square, en una zona conocida como “The Hell’s Kitchen” (La cocina del infierno) y comenzó a recorrer editoriales. Para comprender el impacto provocado por García López en Estados Unidos, no alcanza con enumerar los títulos que magistralmente dibujó. DC le encargó la realización de su “Guía de Estilo”: todo el panteón de personajes de la editorial fue dibujado por él como una guía de referencia para dibujantes y licenciatarios de la marca. Algunos artistas mencionaron que trabajarían para DC, solo para obtener ese libro. Esta pequeña anécdota sirve para ilustrar la magnitud de la calidad del trabajo de García López: Andrew Helfer, editor de DC, estaba sentado en su oficina, cuando una persona se detuvo frente a su puerta abierta y avanzó hacia un panel de Wonder Woman colocado detrás de su escritorio. El visitante se quitó las gafas, observó detenidamente los dibujos y con un marcado acento francés preguntó al editor: —¬¿Es García López verdad? ¿Él usa modelos no es así? —No. —Respondió el editor sonriendo —Hijo de p... —Exclamó el francés, estupefacto. El admirador era Jean Giraud, Moebius. Antes de pasar al reportaje, permítanme mencionar que esta nota fue concebida originalmente para la desaparecida revista “El Historietista”. Hoy, estimo que está publicada en el lugar correcto: DC y Argentina, ambos hogares de José.



¿Cuándo comprendió que quería ser dibujante?
Muy niño, quizás a los seis o siete años. Tenía un primo que dibujaba caritas de chicas “tipo Divito” y desde entonces comencé a dibujar en márgenes de cuadernos, en papel de envolver, y hasta en las paredes. Graffiti precoz, digamos.

¿Cuales eran sus lecturas preferidas cuando era niño?
Fui niño por largo tiempo. Empecé leyendo el Pato Donald, continué con las revistas mejicanas, las de Codex, Pimpinela, Patoruzito... Para las de Frontera era muy joven, y las de Columba no me gustaban, o no las conseguía gratis (risas). Ya en el colegio, y gracias a los premios por asistencia, empecé a leer y gustar de las diferentes novelas de aventuras: “Los viajes Gulliver”, “El último de los Mohicanos”, “Ivanhoe”, “Tom Swayer”... Me convertí en un adicto a la lectura, vicio compulsivo que no he abandonado. 

Cuándo se refiere a Pimpinela ¿habla de Pimpinela Escarlata de José Luis Salinas?
No. Me refiero a la revista Pimpinela de Editorial Codex de fines de los años cincuenta. Allí trabajaron Roume, Vieytes, Domínguez, Sesarego y Breccia, entre otros.  

¿Cómo fue su formación y cuales fueron sus influencias?
Copiaba mucho y me enamoraba fácilmente de cualquier dibujante que me gustara. Recuerdo haber copiado a Joe Manelly, Russ Heath, Enrique Vieytes, Luis Domínguez. Esto fue hasta los catorce años, más o menos. Después las influencias fueron más variadas, yo tenía más conciencia de ellas, y pude aprovecharlas en forma más madura.  

¿Comenzó estudiando por correspondencia?
 Cuando tenía diez años, mi hermana me compró un curso de Continental School. Mucho más tarde, cuando tenía dieciséis, me inscribí en la Escuela Panamericana de Arte y pasé tres años allí.

¿El curso de los 12 famosos artistas?
 Sí, pero no el curso por correspondencia, sino el que se dictaba en la calle Venezuela. Tenían también otro local cerca del Congreso. Allí hice el primer año, y en el otro los dos años siguientes. Recuerdo haber tenido como profesores a Borisoff, De la Mota, Pereira, Novelle, Vieytes y Breccia. Sé que olvido algunos pero éstos son los que más recuerdo.
 

¿Recuerda a alguno de sus compañeros?
Me acuerdo de dos que luego fueron mis amigos, y que hicieron algunas historietas para Columba y Edmal (ex Editorial Lainez), José Burone y Lucia Vergani. Recuerdo otros nombres pero nunca más supe de ellos, ni que incursionaran en esta rama del dibujo.


En su época de la Panamericana de Arte. A su derecha, Lucía Vergani.

A pesar de que no hay mucha información suya en la Web, en algún medio se menciona que estudió en Bellas Artes ¿Es correcto o es una confusión con la Escuela Panamericana de Arte?
Es la Escuela Panamericana de Arte.

¿Recuerda cual fue su primera publicación? 
Fue una de vaqueros que dibujé a los trece y salió cuando ya tenia catorce. Entre nosotros, fue una colaboración con Domínguez, aunque él nunca se enteró. 

¿La dibujó y firmó usted y Domínguez lo ayudó? ¿En qué revista se publicó?
A Domínguez recién lo conocí en persona en New York. Cuando me refiero a su “colaboración”, es porque lo copié descaradamente. Creo que yo tendría entre doce o trece años. La historieta fue publicada, para mi vergüenza, cuando ya tenía catorce. Nunca la mostré.
Luis Dominguez
¿Qué recuerdos guarda de Editorial Columba? 
Lindos... Yo era joven, veinte años creo. A esa edad todos los recuerdos son lindos; y de los feos, no merece la pena acordarse. Me fui de Columba pero las puertas siguieron abiertas en ambas direcciones.

¿Cuáles son los motivos por los que decidió emigrar a Estados Unidos en 1974? 
Yo no emigré, vine de visita y me quedé. Y el pretexto, si necesitaba alguno, fue económico. Siempre fui un dibujante lento, y para ganarse la vida en Columba había que producir mucho. De todas maneras, recuerdo que hacía buen dinero, pero la inflación siempre fue más rápida que yo. En realidad son muchas las razones, el haberme criado leyendo cómics y series norteamericanas también influyó para querer conocer y trabajar en la meca del cómic y de la tira sindicada.

¿Cómo fue recibida su llegada allá? Teniendo en cuenta el nivel de los artistas de DC y Marvel de aquél momento: Joe Kubert, Neal Adams, John Buscema, Jack Kirby...
Fui recibido muy bien, no puedo quejarme. En DC, desde el primer día, solo me quedó por conocer al presidente de la Warner. No solo conocí a Infantino, sino también al entonces presidente Harrison, al vicepresidente y a los principales editores. Y hasta me dieron trabajo, ¿Qué más puedo decir?

 ¿Qué influencias tuvieron para usted los trabajos de Alex Raymond, Stan Drake, Frank Robbins y Milton Caniff?
Ya en la etapa más o menos profesional, cuando trabajé para la Charlton y después para Columba, las influencias más notables eran Alex Raymond, Stan Drake, Alberto Breccia y Harold Foster. Posteriormente descubrí la grandeza de Frank Robbins, Milton Caniff y Noel Siecles. Y ya en Estados Unidos, las influencias se multiplicaron porque en Argentina yo no estaba muy al tanto del mundo del cómic. Y también me llegó el material europeo a través de Warren, después Heavy Metal y National Lampoon. Por supuesto que a medida que crecés todo te sirve, los libros que lees, las películas que ves, lo que pasa en el mundo, etc. Todo influye en tu trabajo.

¿Cuáles fueron las muestras que presentó por primera vez en Estados Unidos, y en qué editorial? Hice tres tiras de Ben Bolt al estilo de J.C.Murphy, a sugerencia de Presa, ¿Lo conocés?

Sí, por supuesto.
Para mi Presa “era” Columba. El King Features Syndicate estaba buscando reemplazante para Murphy, que iniciaba entonces su trabajo en el Príncipe Valiente. Para el KFS tenía una carta de recomendación que Presa tuvo la gentileza de proveerme. Allí reboté, pero fui muy bien tratado y me llevaron a almorzar, como se estila aquí. Me hablaron de la posibilidad de trabajar como asistente de Stan Drake pero, aunque admiraba su trabajo, no era lo que quería hacer. Además de las tiras de Bent Bolt, también hice cuatro o cinco páginas con temática policial, y nada más. El resto eran algunas historietas ya publicadas en Columba y algo que hice a última hora para la revista Skorpio. 

Bent Bolt, por García López


¿Cómo fueron sus primeros días en la ciudad?
 En los primeros cinco días que pasé en New York tuve la cita en King Features Syndicate y conseguí departamento. Luego me preparé para DC, pero tenía una dirección vieja. Se habían mudado de la Tercera Avenida al Rockefeller Center. Llegué al RC, pero me perdí, porque no es un edificio sino un complejo de edificios. Entonces llamé al dibujante Luis Domínguez, del cual tenía el teléfono. Quería arreglármelas sin molestar a terceros pero la geografía de New York me obligó a pedir ayuda. Domínguez venía a la ciudad ese mismo día, tenía que visitar Western, DC y Marvel. Me presenté en Western y salí con un guión, Boris Karloff, creo. En DC, además de conocer a todo el mundo, como ya te dije, también me llevé un Superman de Kurt Swan para entintar. Domínguez me preguntó si quería que me presentara en Marvel, pero me negué. Ya tenía las manos demasiado llenas.

¿Resultó difícil adaptarse al cómic americano?
No, no fue difícil y la prueba está en que varios dibujantes argentinos y de otros países lo estaban haciendo y muy bien. Lo importante fue encontrar editores que creían en tus capacidades y te daban la oportunidad para desarrollarlas, y yo tuve suerte en ese aspecto.

Su dibujo posee cualidades únicas: es académico, posee fuerza, movimiento, interpretación en los personajes y composición de página ¿cómo es su método de trabajo?
Mirá... una manera de zafarme de esta es decirte que mi método es el trabajo duro, pero es más complicado... creo. Lo principal para mí es contar bien la historia, y de una manera que atraiga el interés del lector. Todo está en función de contar la historia con claridad. La semejanza entre el cine y la historieta es algo ya muy conocido pero muy válido: tenés que actuarla, dirigirla, ambientarla y editarla. Boceto cada cuadro pensando simultáneamente en la página, todo de una manera muy suelta. Cuando tengo resuelta la secuencia, hago un boceto mucho más terminado donde resuelvo el 90% de los problemas. Entonces lo calco directamente al papel original, de la manera más espontánea posible. 

Supongo que su mayor satisfacción es entintar su propio trabajo, pero ¿cuáles son sus expectativas cuando sus lápices son entregados a otros entintadores? ¿Quiénes lo dejaron más conforme? 
La mayor satisfacción y el mayor sufrimiento. Digo esto último porque hago muy poca tinta y falta la confianza del trabajo que se hace todos los días. Después de las frustraciones de los primeros años aquí, aprendí a no esperar demasiado de los entintadores, aunque sean de primera línea. Por ejemplo: yo tuve Wally Wood, pero en su momento más bajo, nada que ver con los magníficos trabajos que él había hecho para Mad. Los que más respetaron mi trabajo, y tenían talento de sobra para poner también su sello artístico, fueron Dick Giordano, Ricardo Villagrán, Kevin Knowlan, Bob Smith, Ernesto García y Joe Rubistein.

¿Cuál es su concepto cuando entinta a otros artistas? ¿Respeta en lo posible el arte original, o tiende a corregir lo que considera inapropiado?
Solo hice un puñado de tintas. Creo haber entintando a Kurt Swan, Irv Novic, Alan Weiss y Kieron Dwayer, y sus lápices eran tan perfectos y definidos sus estilos, que yo solo trataba de no arruinarlos. Las otras dos ocasiones en que entinté, lo hice modificando algunas cosas con el consentimiento del editor y, espero, del artista. De todas maneras, lo quieras o no, siempre hay algo tuyo en las tintas, a menos que no sepas nada de dibujo y que solo “calques” el lápiz, y aún así... 

¿Qué personajes que no haya realizado aún (de cualquier época, americanos o no) le hubiera gustado dibujar?
No lo sé, nunca fui fanático de un personaje sino de sus creadores o realizadores. Por supuesto que si mañana hago, por ejemplo, Spiderman, voy a declarar (cínicamente) que toda la vida estuve esperando esta oportunidad, etc.

Más allá de los estilos y las modas ¿Cuál es el secreto para permanecer en el primer nivel de la industria por más de tres décadas? 
 Yo creo, y esto lo pienso en serio, que se debe a mi baja producción. Tengo largos intervalos entre uno y otro trabajo, por lo cual siempre soy, como dicen aquí, el nuevo pibe en el barrio. Tengo unos pocos seguidores y el reconocimiento de mis colegas, pero la mayoría de los fans me desconocen, y otros creen que desaparecí en los ochenta. Además, como te dije anteriormente, trabajar duro. Lo contrario consiste en buscar hacer las cosas a lo fácil; pero aburrís al lector y a uno mismo, porque lo fácil es la repetición. Trabajo duro es meterte en nuevos problemas y tratar de solucionarlos dentro de un margen limitado de tiempo.

¿Cómo le fue encargada la realización de las guías de estilo de DC?
La Warner tenía unas guías de estilo para su línea de personajes animados, y partió de ellos la idea de hacer algo similar con toda la línea de DC. Querían mejorar la comercialización de franquicias, con un estilo uniforme, dirigido no al lector regular de cómics, sino más bien a todo tipo de público. En esa época, los ochenta, yo vivía en Miami, y me invitaron de vuelta a New York donde estuve dos semanas con la gente de la Warner y DC. Hice algunos bocetos en el mismo hotel, los cuales fueron aprobados, y luego desde Miami les mandaba copias de los sketches que después del visto bueno, terminaba a lápiz. Hice más de doscientos dibujos de esta manera, que luego fueron entintados por Dick Giordano. Salvo los Teen Titans y uno que otro villano, hice casi toda la línea de la compañía. Esto fue en 1982 y hasta hoy sigo colaborando con licencias. 


¿Qué significó para usted haber firmado un contrato de exclusividad con DC?
Nada especial, en absoluto. Trabajé para ellos por veinticinco años, casi en exclusividad, y nunca quise ni tuve necesidad de un contrato. Acepté firmar hace seis años por los cambios de gente que empezaron a darse en DC. De alguna manera, un contrato te da una relativa seguridad en un mercado de trabajo tan cambiante.

¿Cuál entre todos sus trabajos lo hace sentir más orgulloso?
Todos, si los veo como hijos ninguno tiene defectos. Al mismo tiempo ninguno, porque todos tienen algún error. Los que cometí yo, o el inker, o el colorista e incluso el editor.  

¿Cuál entre todos sus trabajos lo hacen sentir menos conforme?
Los que no me permiten contar una historia, más allá de los pin ups y la acción gratuita. 

¿Cuál es su guionista preferido? ¿Hay alguno con el cual no haya trabajado y desearía poder trabajar? 
Steve Vance, Max Allan Collins, Gerry Conway... No leo cómics como para hacer una elección informada... pero me inclinaría por Alan Moore. Por lo que veo en sus trabajos, creo que leímos los mismos libros de aventuras.

Entre todas las cualidades de su dibujo, hay una que llama la atención: la corrección anatómica en figuras que expresan fuerza, movimiento y todo tipo de enfoques ¿Cuáles fueron sus fuentes? Angel Borisoff, Andrew Loomis, Burne Hogart, Leonardo Da Vinci, Frank Frazzeta, Gil Kane, Ross Andru, etc.

 Quisiera repasar algunos de títulos que dibujó (sin orden en particular) y que contara a los lectores que significado tuvieron para usted. Empecemos por Roland el Corsario. 
Creo que marcó mi verdadero inicio profesional. Fue la primera historieta que me obligó a sujetarme a una disciplina y a diseñar personajes propios, además del gran honor de trabajar con Oesterheld, quien a pesar de que el tiempo de Hora Cero y Frontera había pasado, seguía siendo un gran cuentista. 



  
Superman 
En la época que lo empecé a dibujar, era una marca registrada, (lo sigue siendo, por supuesto). Por esa razón era muy difícil y al mismo tiempo monótono trabajar con él. Ahora me puedo tomar más libertades, pero como los Superman que hago mayormente son para licencias, esas libertades son muy relativas, sujetas al escrutinio de muchas personas de Warner y DC que tienen poder de decisión sobre la marca.




Batman 
Prefiero dibujarlo a él, con todas sus psicosis, y no al anterior.



  
Batman, "Reinado del terror"


Jonah Hex
Hacía poco más de un año que trabajaba aquí y los superhéroes no me "llegaban". Así que cuando me lo dieron (no lo pedí, además lo estaba haciendo magistralmente Jorge Moliterni) lo agarré sin titubear. Gracias a Joe Orlando, editor y Michael Fleisher, escritor que me dieron la oportunidad de hacer algo que me gustaba. 



Atari Force
Detrás también estuvo Orlando. Fue muy divertido y teníamos grandes expectativas... mientras duró.


Deadman
Es un personaje entretenido y se pueden hacer todo tipo de historias. Quizás porque ofrece tantas posibilidades no tiene gran repercusión. Quiero decir que no es monotemático como la mayoría de los superhéroes.




Deadman
Cinder and Ashe
Creo que fue lo mejor que hice en esa época, por eso mismo me sentí frustrado cuando no fue apoyado con la promoción debida ni defendido por DC cuando lo incautaron en una provincia canadiense.


¿Cuál fue el motivo de la incautación?
Se violaba a una menor. Si tenés la revista verás que fue hecho, creo, con buen gusto, pero fue suficiente para que tuviera problemas de aduana en Canadá. Y DC no protestó para no llamar la atención sobre los cómics y su contenido. Recordá que en este país ha habido audiencias en el congreso en las que pusieron los cómics en la picota.  

Cinder and Ashe

Quisiera mencionar dos títulos en particular que permanecen en la memoria de los lectores: “Batman vs Hulk” y “Superman Kal”. ¿Qué recuerdo tiene de esos trabajos? 
Del primero no recuerdo nada, salvo que lo hice en mi periodo "Miami Beach", y como ya es conocido, me la pasaba en la playa entrenando para "beach comber"... así que lo habré dibujado en los ratos libres je, je, je... Respecto a “Superman Kal”, creo que fue el Superman que mas disfruté. La historia, por supuesto es la de siempre, pero la época me permitió volver al placer de buscar documentación, y en el proceso aprender algo nuevo, cosa poco frecuente cuando de superhéroes se trata. Algo que recuerdo es que tuve que "inventar " una maquina para echar aceite o plomo hirviente. Como no pude encontrar nada, me diseñé una después de estudiar máquinas de guerra de la época y dibujos posteriores de Leonardo. Hasta creo que podría funcionar. Por si acaso mantengo el secreto, estos tiempos no están para bromas (risas). 



Superman Kal


Cuenta la leyenda que cuando vivía en Miami, pasaba más tiempo en la playa que dibujando ¿es correcto o es tan solo una leyenda?
Las dos cosas. Tenía la playa tan cerca que era una tentación permanente (risas).

Roland, versión actual, en uno de los lugares preferidos de José Luis: la playa.

¿Cómo se gestó la publicación de sus trabajos en Columba, a mediados de los ochenta?
Siempre visitaba Columba para ver a Presa en mis viajes a Buenos Aires, así que surgió naturalmente la idea de hacer algo cuando los precios fueron competitivos con lo que se pagaba aquí.



El reloj de la eternidad, su regreso a Columba.

 ¿Practica alguna otra disciplina plástica? Pintura, escultura...  
No tengo tiempo. Lo que más hago es leer. 
  
¿Cuándo fue la última vez que nos visitó y que recuerdos guarda de nuestro país?
La más reciente fue en 2001. Siempre he regresado cada vez que pude. No solo tengo parte de mi familia en Buenos Aires, sino que además quiero a la ciudad y al país. Me crié allá, así que todos mis defectos y virtudes son porteños, y a pesar de los periodos cíclicos de mala racha del país, siempre guardo los mejores recuerdos. 

García López en Buenos Aires, hace algunos años

Con sus familiares


Con su familia, en Buenos Aires.

¿En qué está trabajando actualmente? 
DC piensa revivir a un personaje muerto. Es un crossover entre dos libros de la misma editorial. Yo hago los cuatro libros a lápiz y saldrán, con suerte, el próximo verano. El plot es de Phil Jimenez, y George Perez hará la tinta... no puedo darte detalles porque me lo impide marketing, cuando ellos empiecen con su promoción te lo haré saber. 

¿Cuáles son sus próximos proyectos? 
 Cuando termine con éste que te adelanté, tengo que finalizar tres libros de Justice League. Son seis y tengo la mitad lista. Gail Simone escribe y Klaus Janson entinta. Y apenas los cómics lo permitan (hay otro posible proyecto), volveré a hacer material para licencias. 

Gracias por su tiempo José.
De nada, gracias a vos.

Acerca de Donna Troy 
Si leyeron con atención, comprobarán que el proyecto al cual hacía referencia José Luis, y del cual no podía adelantar información, es el que tienen en sus manos. Aquí nos cuenta algunos detalles de la producción.  

¿Qué nos podría contar acerca de la realización de Donna Troy? 
Es lo último que he hecho y en Estados Unidos ha tenido una buena recepción. Al menos, fue mucho más promovido que otros proyectos en los que estuve. Como dato anecdótico, te diré que aquí fue conocido como el "Eazy Project" (por Jimenez, Perez y López). Hasta la editora y su asistente se agregaron un apellido extra (terminado en “ez”) para los créditos del primer número. Entre nosotros, un trabajo de locos. 

¿Qué opinión le merece el guión? 
 He encontrado en él elementos familiares. El poder, la corrupción y la mentira, temas todos tan contemporáneos y eternos en la historia del mundo. Aquí, ni siquiera los “dioses" están a salvo de poseer los mismos defectos de los hombres. Por supuesto, todo esto se soluciona con bastante violencia y mucha acción, después de todo es nada más que una historieta. Cualquier parecido con la manera de arreglar las cosas en la vida real, es pura coincidencia. 

¿Cómo fue trabajar con este equipo? 
Donna Troy fue un proyecto que tomé con confianza. Sabía de antemano que contaba con la colaboración de colegas que conocían infinitamente más que yo sobre los personajes. Entendí que, luego de pasar por las manos de George Perez y Phil Jimenez, mis falencias pasarían desapercibidas. Si algún mérito tiene el trabajo se debe a ellos; de los defectos me hago cargo y pido comprensión.